En el año 2009 se daba la noticia de que el Edificio Díez Mérito, en la calle Ferrocarril, sería reutilizado después de que la Escuela de Relaciones Laborales lo abandonase. La Junta de Andalucía había trabajado en un anteproyecto que destinaba el edificio a acoger un centro de salud que sustituiría al actual de Madre de Dios, en la calle Porvenir. La Junta de Andalucía realizó convocatoria de la contratación de servicio para la redacción del anteproyecto y del proyecto básico y de ejecución de las obras de un nuevo centro de salud en Jerez, mediante la reforma de las antiguas oficinas de Bodegas Diez-Mérito de la localidad.
Según publicó el BOJA, el SAS resolvió convocar la contratación de este servicio, que incluía la redacción, la coordinación en materia de seguridad y salud durante la elaboración del proyecto. Asimismo, la convocatoria incluyó que el contratista llevara a cabo la dirección de la obra, dirección de ejecución de la misma y la coordinación en materia de seguridad y salud durante la ejecución de las obras. El importe total ascendía a 454.372 euros, exigiéndose al contratista solvencia económica y financiera, así como solvencia técnica y profesional.
Han pasado cuatro años y el edificio no solo no tiene uso, sino que incluso está cayéndose a pedazos. Está siendo saqueado, no se le ha tocado para nada, está abandonado a su suerte y, además, ayer nos desayunábamos con la noticia de que el edificio de atención al público del SAS sito en la plaza del Arroyo, anexo al ambulatorio de San Dionisio, cierra sus puertas y las oficinas se reubicarán en el Hospital de Jerez. De un nuevo centro de salud ya ni siquiera se habla y el edificio de Díez Mérito corre el peligro evidente de sumirse en un deterioro que podría dar con sus estructura hecha añicos.
En Jerez Intramuros puede leerse que “es un edificio que corona una figura que con sus brazos abiertos parece clamar al cielo para que ni la burocracia, ni los intereses mundanos impidan por más tiempo salir de la situación penosa en la que se encuentra. Unos brazos abiertos encima de un enorme barco que se hunde y que, como un Titanic intenta mantenerse a flote”. Amén.