Hoy toca arroz, papas aliñás y San Jacobos. De postre, naranjas, polvorones y una bolsa más con galletas y zumo para la merienda. En el comedor social de El Salvador no dan abasto, están desbordados. Nunca hasta ahora habían dado de comer a diario a entre 600 y 700 personas pero tampoco nunca hasta ahora habían recibido tantas cantidades ingentes de alimentos tanto por parte de empresas, como de particulares y de personas que lo están pasando mal por la crisis. Once hermanas de las Hijas de la Caridad de este comedor, algunas de 80 años, y 30 voluntarios repartidos en distintos días a lo largo de la semana, entre los que hay sobre todo padres y madres de familia, se encargan del día a día en unas dependencias en las que el trasiego empieza desde primera hora con los preparativos del guiso del día. Fuera las colas para recoger el menú del día empiezan incluso a las 10 de la mañana, aunque no es hasta las 11.30 cuando empiezan a repartirlo a las 140 personas que vienen a llevárselo preparado o sin elaborar, según prefieran, para cada una de sus familias. Llevan primer plato, segundo, pan, leche, verduras y un kilo de legumbres.
Como explica Sor Victoria, teniendo en cuenta que lo hacen para una media de 4 ó 5 personas por casa entre sus hijos y sus respectivos cónyuges, se trata de casi 600 personas a las que hay sumar las 100 sin hogar, que a partir de las 12.30 van a almorzar al centro. A sus sus 80 años, esta Hija Adoptiva de Jerez nunca había visto nada igual en los 30 años que lleva en el comedor. Afortunadamente, como explica, la ciudad está a la altura, y tampoco los jerezanos se habían volcado como este año con ellos para ayudar a sus paisanos. “Jerez quiere al comedor. Nos aprecia porque lo damos todo por ellos, y con las oraciones que estamos haciendo esperamos poder salir pronto de esta situación”. El desempleo y los problemas para hacer frente a la hipoteca han cambiado el perfil de las personas que por primera vez llaman a su puerta, de donde son derivados a Servicios Sociales para arreglarles los papeles y darles la pertinente tarjeta con un número identificativo que garantice la disciplina y el orden con el que trabajan y eviten la picaresca de recurrir a otros centros de ayuda.
Basta con visitar una de las cuatro despensas para hacerse una idea de como están las existencias. Sor Carmen junto con voluntarios es la encargada de clasificar los alimentos para ir dándoles salida por orden de caducidad, y es tan la avalancha de comida que de un tiempo atrás ha llevado las cuentas a medida que van saliendo. “Ahora mismo tenemos comida para todo el año, lo que nos da tranquilidad, pero también hay que recordar a todo el mundo que no sólo hay que traer comida en estas fechas”, explica. De hecho, el pasado mes de noviembre una voluntaria reparó en que se habían quedado sin lentejas cuando llegó la hora de hacer el potaje y comprobar que no quedaban legumbres. Este año no pasará, ya que en paralelo a una crisis que cada día castiga más a los jerezanos, ha ido creciendo también la preocupación de muchos de ellos para que los que los están pasando mal puedan comer cada día. Empresas, grandes almacenes, restaurantes...todos se vuelvan, pero especialmente los que no están pasando por momentos fáciles aunque parezca contradictorio. “El pobre ayuda al pobre porque pasa necesidad y ve lo que es”, señalan. Pero además de distintos puntos del país, la solidaridad traspasa fronteras, y este año han recibido donativos desde EEUU o Puerto Rico. “Son jerezanos que saben que en su tierra lo están pasando mal y contactan con nosotros a través de sus familias”.
“el apuro se les tiene que pasar”
Aunque todavía hay quien por vergüenza es reacio a recurrir a un comedor social como este, también la desesperación está haciendo que la mayor parte se decida a dar el paso para llevar un plato de comida a sus hijos. “Tendrán que salir del apuro porque esto ya es una cosa general. Antes les podía dar más vergüenza pero esto ya es una miseria generalizada, hay mucha gente en paro pero afortunadamente en Jerez no se pasa hambre gracias a la ayuda de todos”.
No hay perfil: gente de clase baja, de clase media, abuelos que tienen a su cargo a sus hijos y sus nietos y estiran su pensión para ellos, matrimonios jóvenes a los que les han ido mal las cosas por el paro y apenas pueden pagar la hipoteca de casa...son los nuevos pobres del siglo XXI.
Todo el mundo, y por supuesto ellos más que nadie tienen derecho a disfrutar de la Navidad de la manera más digna posible y gracias a la bolsa especial que repartieron la pasada semana las hermanas lo están pudiendo hacer. Pollo, muslo y contramuslo, queso, fiambre, latas de melocotones en almíbar, polvorones y hasta una manta han recibido aquellos que cada día van al comedor a llevarse la comida para el día, mientras que las personas que comen allí habitualmente disfrutaron de una comida especial con caldo de puchero con huevo, filetes de pavo, jamón, queso, gambas y croquetas.
De ellos, una veintena son musulmanes y se les prepara a diario un menú aparte. Sólo les piden respeto cuando antes de comer bendicen la mesa en los rezos. “Su religión no se la quitamos simplemente agachan su cabeza y guardan silencio mientras rezamos sin que haya ningún problema”.
Para Nochevieja no habrá menú especial pero precisamente en estas fechas las Hijas de la Caridad y los voluntarios reparten algún alimento extra a diario para que los usuarios del centro vayan organizarse para estas fechas. Tampoco faltan los juguetes y cada niño de los hogares que comen gracias a El Salvador amanece el día de Reyes con su regalo.
La presencia de la Policía Local también es casi habitual en el comedor. En ocasiones aisladas han tenido que intervenir a causa de algún que otro enfrentamiento de usuarios “que no llegan en condiciones que tienen que llegar” a las dependencias pero estos días todo está bajo control. “Normalmente se portan bien; desde aquí intentamos dar disciplina y que se sometan al orden, pero hay veces que hemos tenido que llamar a la Policía porque son muchos y nosotras estamos muy mayores y no podemos con ellos si pasa algo”, explica Sor Victoria.
“El pan, que se le olvida el pan, y la bolsa de galletas”, le dice un voluntario a un anciano que planta al mal tiempo buena cara y que les da las gracias por el cariño con el que les sirven la comida un día más. Todos esperan que en 2013 no tengan que regresar allí, pero tienen la tranquilidad de que si las cosas les siguen siendo mal, Jerez va a seguir siendo solidario.
Jerez
Unas 700 personas comen cada día gracias al comedor de El Salvador
La demanda ha aumentado más que nunca, pero las Hijas de la Caridad están desbordadas por la solidaridad, que traspasa incluso fronteras
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