Si está usted leyendo esto, enhorabuena. No ha tenido que sucumbir a la tragedia que más de un iluminado presagiaba para la fecha de este viernes, un fin del mundo más que se queda en nada.
Le aseguramos que a cierre de esta edición de Viva Huelva, el mundo seguía en pie, con sus miserias y sus virtudes, y nada hacía presagiar un antes y un después. Aunque a más de uno (me incluyo) no le hubiera importado que llegaran las naves y pusieran un poco de orden en el caos en que se ha convertido esta jaula del planeta tierra.
De un tiempo a esta parte, todo tipo de teorías habían reinterpretado a su antojo la filosofía de la cultura maya, y su ciclo largo de un calendario que al parecer este viernes cumplía 5.125 años. Que si un desastre natural que dejaría al hombre y a la mujer como algo testimonial;  que si una nueva era para la conciencia y el saber; que si una tormenta solar; que si tres días de oscuridad; que si llegan las naves; que si los planetas se alinean; que si una integración cósmica; que si, que si, que si...
“Como cualquier profecía, no tiene validez”
Sí es verdad que la cultura maya está llena de enigmas tanto en su simbología como en su desaparición, y que es una de las civilizaciones más enigmáticas. En Huelva, una de las expertas sobre los mayas es Rosario Márquez, profesora de Historia de América de la Universidad de Huelva. Este jueves, al recibir la llamada de Viva Huelva, la profesora Márquez se atrevió (osada ella) a hacer una profecía que, insistimos, si usted está leyendo esto, se ha cumplido: “El mundo no se va acabar mañana (por hoy)”, a lo que añadió con broma que “si me equivoco y se acaba, pues que se acabe porque para como está el mundo...”.
Más allá de la broma, Rosario Márquez explicó que según el ideario maya, lo que este viernes se acababa era el ciclo largo de su calendario, cumpliéndose 5.125 años del mismo. “Los mayas nunca dijeron que se iba a acabar el mundo, sino más bien, para entendernos, que se acaba un mundo, pero renace otro inmediatamente”.
En cuanto al modo en que se produce este cambio repentino de era, Márquez describe que ateniéndonos a la simbología utilizada por los mayas, “podemos interpretarlo como a través de inundaciones, ya que ellos representaban este fin de ciclo con una serpiente con la boca abierta de la que salían ríos de agua”. Pero más allá de la exégesis que a través de los siglos se haya dado a las visiones mayas, Márquez, desde la perspectiva científica, lo tiene claro: “Evidentemente mañana (por hoy) no va a pasar nada, será uno más de los miles de finales del mundo que ya hemos vivido. La visión maya sobre la fecha del 21 de diciembre de 2012 es una profecía sin validez alguna, como cualquier profecía”, concluyó su explicación la profesora de Historia de América de la Universidad de Huelva.
La calle se lo toma a broma
Viva Huelva salió a la calle para cribar las sensaciones de la ciudadanía onubense a escasas horas del día señalado. La gente casi que lo ve como un alivio, un hecho simpático que aleja un poco el huracán de la crisis y da pie a todo tipo de pensamientos e ilusiones que cumplir en la cuenta atrás del fin de los días.
Así, los hay como Andrés, que aprovecharían para irse a alta mar con la familia y “esperar el gran tsunami en primera fila”. Otros, como Helder, descartan irse de fiesta porque “debe ser deprimentes eso de que acabe el mundo”. Para Isabel, Belli o María, la cosa es más sencilla, y si el mundo se va a pique que el sexo sea con nosotros. A Ismael, por su parte, le preocupa que el fin del mundo le pille con todo ordenado: “Habrá que dejarlo todo recogido”;  y, como buen ciudadano, le preocupa que el apocalipsis llegue antes que el final del ensanche sur. Y Carmen es el ejemplo de que no hay mal que por bien no venga, y si esto se acaba, pues las deudas con el banco también. Así de fácil.
Para bien o para mal, el mundo sigue su ritmo, con sus alegrías y sus tragedias diarias, dando forma a una vida que hoy, 21 de diciembre de 2012, sigue igual.