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Los contenedores soterrados funcionarán antes de final de año

El primer paso será adaptar el punto de contenedores instalado en la plaza de Las Bodegas.

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El proyecto de instalación de los equipos soterrados de recogida de residuos sólidos urbanos en el casco histórico del municipio está siendo ultimado por la empresa municipal Chiclana Natural y la empresa Urbaser, contratada actualmente para la prestación del servicio, para que sea utilizado por los usuarios antes de que concluya el presente año. Su puesta en marcha llevará aparejada la eliminación del ‘bolseo’ en las calles del centro histórico, donde todavía los residentes depositan la bolsa de basura en la puerta de sus domicilios. Esta práctica ya ha sido erradicada en el resto de la ciudad.

Al respecto, el delegado de Medio Amibente del Ayuntamiento de Chiclana de la Frontera, Nicolás Aragón, ha explicado que “el primer paso será adaptar el contenedor soterrado que se encuentra instalado en la plaza de Las Bodegas por otro adaptado a las exigencias del sistema automatizado Easy. Será necesario para ello reestructurar ligeramente las ubicaciones de los diferentes emplazamientos de los contenedores soterrados más próximos a esta plaza”.

Con estos condicionantes está previsto que las tareas de montaje del resto de puntos de recogida se inicien durante el próximo mes de septiembre con el objetivo de que todo el sistema esté listo para funcionar antes de la finalización del año. Cada uno de los buzones soterrados tendrá una capacidad de 5.000 litros, lo que quintuplica la de los contenedores ordinarios de superficie.

Las ubicaciones del resto de los contenedores soterrados, que serán un total de once puntos, ya han sido determinadas toda vez que una comisión formada por técnicos municipales, empresas suministradoras (Sevillana-Endesa y compañías de telefonía), adjudicataria del servicio (Urbaser) y Chiclana Natural valorarán la idoneidad de los distintos emplazamientos. Los criterios que se han manejado para la toma de decisiones han sido la existencia de redes de servicios, mobiliario urbano, inmuebles colindante; la distribución demográfica; la incidencia en el tráfico y la accesibilidad de vehículos recolectores.
El proceso de instalación y la puesta en práctica de la prestación de servicio ha estado sometido a revisión en los últimos meses al objeto de valorar su incidencia económica en el marco del Plan de Ahorro Municipal, en primera instancia, y del Plan de Ajuste, posteriormente, con objeto de garantizar su viabilidad económica.

Al respecto, Aragón ha defendido esta medida, subrayando que “el contenedor soterrado proporciona ventajas tales como su integración en el paisaje urbano, con la consiguiente mejora estética de la ciudad; su capacidad, pues permite que en un espacio reducido sea posible recepcionar un volumen de residuos mayor y hacerlo con mayor eficiencia que en los contenedores de superficie; la reducción de los costes de mantenimiento; y, en última instancia, la mayor flexibilidad en la periodicidad de recogida respecto a los contenedores tradicionales. A todo ello se unen las ventajas del sistema Easy por el que el contenedor es enganchado y vaciado con un sistema automático que permite al operario efectuar el proceso de recogida sin que sea necesario que abandone su lugar de conducción”.

La calidad de vida en las zonas de ubicación también mejora de forma notable ya que los vecinos se beneficiarán de la  reducción de olores y del ruido durante la introducción de residuos;  un mayor espacio para el tránsito de los peatones y la reducción de barreras arquitectónicas.

Esta medida forma parte del proceso de modernización al que progresivamente ha venido sometiéndose el sistema de recogida de residuos sólidos urbanos en la ciudad. A la sustitución de los antiguos contenedores de carga trasera por los automatizados de carga lateral y la pertinente actualización de la flota de vehículos, se sumaron, con posterioridad, la eliminación del bolseo en la mayor parte del casco urbano y extrarradio; la puesta en funcionamiento del punto limpio móvil para residuos peligrosos de carácter doméstico; la recogida selectiva de papel y cartón en los comercios y la implantación de la figura del educador ambiental, entre otras.

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