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Hablillas

Buen rollo

Lo vemos al sentarnos ante un programa en directo o bien grabado de esta forma, como ocurre con los concursos

Publicado: 30/03/2025 ·
13:53
· Actualizado: 30/03/2025 · 13:53
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Es la coletilla que expresa buen humor reinante, sin asperezas ni malas interpretaciones, una expresión que se viene empleando desde hace casi medio siglo y a través del tiempo ha adquirido una significación figurada, distinta a la recogida en el diccionario. Pero, ya se sabe, la oralidad condiciona, de alguna manera, la evolución del lenguaje y, a veces, nos encontramos con estas modificaciones nacidas en la calle, en los pequeños grupos, cuyos integrantes se fueron dispersando hasta llegar a los medios de comunicación, en concreto a la televisión, donde conocimos esta jerga, lingo, hace treinta y cuatro años. Para entonces, lo de buen o mal rollo ya pululaba con soltura, porque había consolidado su lugar en las conversaciones.  

Como la tele entretiene informando o eso se piensa, a veces, deja entrever ese ramalazo didáctico que tanto gusta criticar a ciertos espectadores, a pesar de saber que los programas están basados en un guión escrito, estudiado y revisado, dejando un margen a la improvisación para dar un toque de naturalidad, una espontaneidad tan controlada como las risas que puedan provocar. Lo vemos al sentarnos ante un programa en directo o bien grabado de esta forma, como ocurre con los concursos. Algunos son ágiles, amenos y breves, como los que incluye la 2 de rtve. Saber y Ganar y Cifras y Letras nos tienen enganchados a la cultura general con preguntas, respuestas, formación de palabras y operaciones matemáticas, una forma sencilla de probarnos la capacidad de reacción al tiempo que lubricamos el engranaje de la memoria.

Sin embargo, se escapa un poco esa naturalidad un tanto forzada, como moldeada para pegarse a una boca sonriente. Quizás el motivo sea suavizar el respeto o el miedo de los concursantes al estar en el plató, sintiendo el celo del ojo atento de la cámara bajo el piloto rojo acusador, viendo los segundos correr en una pantalla, notando la pesadez en los pies, oyendo la pronunciación exagerada de los presentadores enfocada a un mejor entendimiento y hacer luego un comentario breve y jocoso a fin calmar los nervios de quien se ha presentado a responder y a calcular en poco más de treinta minutos, que es cuanto sale en pantalla.

Los concursantes agradecen estos instantes, descargan mucha tensión y se reubican más relajados para pensar y atinar en un ambiente algo más distendido, a pesar del cansancio, de la fatiga mental y física al acabar la jornada en la que han grabado cuatro o cinco programas. Un desgaste notable y perceptible que el buen rollo reinante sostiene y equilibra mientras llega el descanso, alivio deseante y deseado.

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