El alcalde de la ciudad, José María Román, ha inaugurado el nuevo espacio expositivo María Emilia Lira en la Fábrica de la Luz. Un acto en el que ha estado acompañado por miembros del Gobierno municipal; por la propia María Emilia Lira y su marido, Roberto Figueiras, y por la delegada territorial de Turismo, Tania Barcelona.
Durante la inauguración, el regidor chiclanero ha recordado esa primera visita que él y Jesús Romero Aragón hicieron hace cuatro años a casa de María Emilia y Roberto, en la que tuvieron la oportunidad de conocer el gran tesoro que ambos guardaban en su casa.
Tras esa primera visita y la buena disposición de ambas partes, empezaron los trámites para la cesión al Ayuntamiento y a la ciudad de Chiclana de este legado tan preciado, que hoy queda expuesto para el disfrute de toda la ciudadanía y de las personas que visiten la localidad.
“Esta historia tiene el propósito de complementar a Chiclana como destino turístico. Este propósito empezó con espacios como el Museo Francisco Montes ‘Paquiro’, el Museo de Chiclana, el Centro de Interpretación del Vino y la Sal, la colección de Muñecas Marín, Nueva Gadeira o la Torre Mirador y continuará con nuevos proyectos que están por llegar”, ha señalado el alcalde, recordando que tanto María Emilia como Roberto “pusieron todo de su parte para que este nuevo espacio expositivo fuese una realidad”.
De esta forma, más de 600 muñecas han pasado a formar parte de este espacio cultural, “que llega para complementar y sumarse a la tradición de Chiclana con las Muñecas Marín. Esto hace de la ciudad un espacio de muñecas, con proyectos de futuro que se están iniciando ahora para seguir dando importancia a las muñecas”, ha subrayado José María Román, que también ha agradecido el trabajo que han desarrollado los técnicos del Ayuntamiento, la Oficina de Proyectos y un amplio abanico de personas, que se han unido para darle sentido a este recorrido como un paquete único.
Además, José María Román ha mostrado su agradecimiento a María Emilia y Roberto, “en nombre de la ciudad, y en el personal, porque hemos sido capaces de sacar adelante un proyecto, gracias a haber aunado voluntades, porque somos conscientes de que las ciudades se construyen entre todos. Sólo puedo agradecer la decisión de que esta magnífica colección se quede en Chiclana y es un orgullo estar hoy aquí, porque esta colección contribuye para hacer de Chiclana la ciudad de las muñecas”.
Por su parte, Tania Barcelona ha señalado que “el mejor sitio para inaugurar esta exposición es Chiclana, por la tradición que tiene en el mundo de las muñecas, con las Muñecas de Marín. Ahora, de la mano de María Emilia, llegan a la ciudad Gisela, Mariquita Pérez, Cayetana o Marcela, convirtiendo este espacio en todo un documental histórico del siglo XX, a través de los ojos de las niñas españolas”.
Además, María Emilia Lira ha recordado que “con la pandemia, pensé que mis niñas se quedarían sin un sitio en el que vivir. A partir de ahí, llegaron las conversaciones con el ayuntamiento y todo ha salido muy bien. Quiero que sea un lugar que vengan a ver las niñas, pero también los mayores, para que todas las personas aprendan sobre las muñecas”.
Roberto Figueiras ha explicado que descubrió Chiclana “por casualidad, pero le fuimos cogiendo el gustillo a la ciudad, a la playa y a la familia. Nuestra colección ha ido creciendo con el tiempo y siempre quedaba la incertidumbre de qué sería de ella. Ahora soy el primer sorprendido al ver este espacio y quiero agradecer a Chiclana que nos haya acogido”.
Historia de la muñeca española
Esta colección es de enorme interés, en tanto que a su extraordinario número añade la calidad y la rareza, ya que en corpus mayoritario de las mismas es sobresaliente y muy homogénea, en tanto que está compuesta sobre todo por muñecas para jugar con una serie de características muy particulares, habitual ya desde los años 20 y 30, pero que en España se van a prorrogar durante las décadas de los 40 y 50.
El visitante podrá encontrar muñecas con pelucas, habitualmente pelo de mohair, aunque también natural, y cuyo cuerpo es fabricado en cartón piedra, al igual que la cabeza, aunque esta es en muchas ocasiones de poliestireno.
A principios de los 60, se impone el pilestireno ya para todo el cuerpo y el cabello aparece implantado, dando así lugar a una nueva industria, la del cabello de fibras, que sin duda inaugura otra época desde el punto de vista del coleccionismo de muñecas.
En conjunto, la colección permite elaborar un discurso museográfico que narra la historia de la muñeca en España durante la mitad del siglo XX, entendida siempre en el marco de la historia del juguete.
La colección de muñecas de Roberto Figueras la formó junto a su esposa María Emilia Cabrera Lira, hoy en día una de las mayores especialistas internacionales en muñecas, sobre todo, de las producidas en la primera mitad del siglo XX.
Su mayor objetivo, al que le ha dedicado todos estos años, es la investigación de las muñecas, por lo que conoce en España el entramado de muñecas, fabricantes, creadores y propiedad intelectual, entre 1930 y 1960. Ellos comenzaron a formar la colección en 1996. María Emilia por el amor a ellas no se limita a comprarlas y almacenarlas, sino que investiga, estudia y documenta. Había poca información de las muñecas españolas. Ella busca en la Biblioteca Nacional, en los anuncios de los periódicos de la época y en el Boletín Oficial de la Propiedad Industrial para conocer las patentes.
Comienza a adquirir inicialmente muñecas de porcelana, pero descubrió rápidamente la muñeca de juguete producida, sobre todo, en la décadas de los años 30 a 50, denominadas “cartoncitos” por los expertos, por ser creadas en cartón piedra y todavía con peluca. María Emilia y Roberto llegaron a Chiclana por primera vez en 1996 para pasar las vacaciones durante el verano, y desde el año 2000 se establecieron aquí.
En estos años, han ido adquiriendo muñeca a muñeca, hasta conseguir la extraordinaria colección que forma este espacio expositivo. Las muñecas en la época de la posguerra eran para recordar porque eran muy costosas y más en una economía en la que lo primordial era tener para comer. Por aquel entonces una muñeca Gisela valía lo mismo que lo que ganaba un funcionario al mes. Tener una era sinónimo de poder. Las madres no dejaban cogerlas, tan solo era para presumir de que sus hijas tenían muñecas.