Cicerón, uno de los autores más destacados de la historia romana, decía: “Instruirse; instruirse siempre. Este es el verdadero alimento del alma”. Frase a la que, entre otras muchas celebres en torno a la importancia de la lectura, la culturización y, sobre todo, la alfabetización, rinde homenaje desde hace décadas uno de los colectivos ciudadanos chiclaneros con más recorrido y compromiso social, Chiclana Voluntaria.
Con orígenes en Huerta del Rosario, Chiclana Voluntaria no ha dejado de poner su mirada en todas esas personas que, por motivos muy diferentes, nopudieron acudir al colegio. Personas, sobre todo mujeres, a las que les tocó vivir una época en la que la educación no era obligatoria y , en no pocos casos, tuvieron que trabajar desde muy temprana edad.
“Todo empezó porque se detectó que en nuestro municipio había muchas personas que, por distintas circunstancias, nunca habían podido ir a la escuela”, señala Isabel Moreno, integrante del colectivo.
“Niños y niñas”, explica, “que, en esos tiempos, tenían que trabajar para ayudar a sus familias y que, por tanto, tuvieron que dejar la escuela”.
“No era culpa de nadie, simplemente era otra época, algo más complicada y con una falta de información en todo lo referente a la cultura”. “De ahí que”, apunta, “nos pusiésemos como gran objetivo la alfabetización”.
Horizonte de formación que Chiclana Voluntaria lo ha enfocado de una forma muy amplia.
“Desde nuestra asociación trabajamos la alfabetización de una forma muy extensa, de modo que, además de las clases (lengua, literatura, matemáticas, etc.) que celebramos dos veces a la semana (lunes y miércoles), también organizamos teatro, viajes, etc. Actividades que tienen como objetivo la ampliación de conocimientos y la culturización de todas esas personas que forman parte del proyecto”.
“Del mismo modo”, prosigue, “también trabajamos las manualidades y otras disciplinas (música y cine) que, entendemos, deben formar parte de un proceso de conocimiento y alfabetización completo”.
“Actividades que”, asegura, “tienen una excelente acogida entre nuestras usuarias (no nos gusta decir alumnas, porque nosotros tampoco somos maestras; aquí todos somos iguales) y que, de paso, nos ayudan , a nosotros y a ellas, a algo tan importante como es socializar y sumar instantes y vivencias que nos vienen muy bien para algo tan necesario como es romper la monotonía y disfrutar”.
En este viaje de aprendizaje, Isabel Moreno destaca que “ponemos especial hincapié en la comprensión. De nada vale que sepan leer muy rápido si no logramos lo fundamental, que comprendan lo que están leyendo.
Es un proceso lento, pero a su vez extraordinariamente satisfactorio para ellas y, sin lugar a dudas, para quienes a lo largo de todos estos años hemos adquirido un compromiso tan importante como lo es el voluntariado”.
“Es”, compara, “como abrir una nueva ventana de vida a personas que tienen una extraordinaria valía y, sobre todo, una actitud del todo admirable, ya que, pese a que ya no son unos niños, mantienen intacta la curiosidad por el aprendizaje”.
“Personas que, en no pocos casos”, resalta, “si la vida les hubiese venido de otra forma o en una época como la actual, no tenemos dudas de que hubiesen realizado con éxito una u dos carreras”.
“Lo que es obvio”, destaca, “es que con su esfuerzo y actitud dan toda una lección a nuestra sociedad”.
Eso sí, Isabel deja claro que “esto no es un colegio. Aquí no ponemos ni exámes ni nada que se le parezca. Se trata de un aprendiza desde la diversión, que cada día finalizamos con una canción, un chiste o un cafelito. Es importante que todos nos vayamos con una sonrisa. Contentas con el ratito que hemos echado y con ganas para volvernos a ver. Eso es fundamental”.
Con más de dos décadas de voluntariado, “del silencioso”, a su espalda, Isabel Moreno, que comparte aventura de entrega en favor de los demás con José Antonio Gómez, Chari Romero y Pili Rodríguez, lamenta que ningún joven se acerque y se sume a un voluntariado “tan bonito y tan necesario” y que fue objeto de la Insignia de Oro de la Ciudad.