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El Martinete

Como el perro y el gato

La ambición y la soberbia nunca fueron buenos compañeros de viaje

Publicado: 23/06/2023 ·
08:01
· Actualizado: 23/06/2023 · 12:44
Autor

José Luis Martínez

Consultor de comunicación digital y política. Colaborador del grupo Publicaciones del Sur, Andalucía Información y 7TV Andalucía

El Martinete

Apuntes sobre la actualidad política, social y económica desde la visión de la Andalucía joven que camina

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La confianza es un edificio que algunos deciden escalar usando cuerdas en lugar de peldaños. En política, es un carril reversible que cambia de sentido según el tráfico. Nunca vi a mi madre intentar unir las piezas de un plato roto usando pegamento. Al igual que tú tampoco viste a nadie abrir una puerta usando la llave equivocada.

En el Palacio de Orleans hace unos días que las cuerdas cuelgan de las ventanas señoriales y las antiguas cerraduras parecen forzadas. No es cuestión de qué ha pasado, sino de quiénes han pasado por allí. La suma de IU y PSOE en Sanlúcar de Barrameda es la solución equivocada a una ecuación muy simple donde ni siquiera entran las ideologías. No se puede dormir bajo el mismo techo de quien te ha atacado personalmente, perseguido o descalificado en público. Tan inexplicable es una posición como la otra.

La ética política no acepta investir como alcaldesa a una persona que te ha tachado de autoritario y te ha acusado de comprar votos, mantener corruptelas, irregularidades, tratos de favor y discriminaciones. Tampoco a quien instigó y estuvo al lado del colectivo que en 2014 te obligó a abandonar el salón de plenos escoltado por la policía entre fuertes insultos y amenazas. Sucumbir a la política del ruido y los cascanueces, la de la demagogia y el oportunismo, debe ser el último recurso. Siempre y cuando no se junte el hambre con las ganas de comer, claro.

Decía recientemente el secretario general de los socialistas andaluces, Juan Espadas, que el PSOE debía aprender a normalizar las derrotas. Y tanto que las ha normalizado. Al igual que ocurre en otros territorios, en Sanlúcar les será complicado explicar ante sus propias bases cómo un partido que ha gobernado durante 16 años pasa a ser tercera fuerza, todavía más si se escudan en la autocomplacencia y el conformismo que ha demostrado su líder regional.

La estrategia de Víctor Mora sorprende. ¿Cómo se justifica que el alcalde de una ciudad de casi 70.000 habitantes cambie su papel protagonista por el de actor secundario de reparto? Igual la opción más inteligente habría sido la de permitir con su abstención un gobierno fiscalizado y en minoría del PP, recordemos, fuerza más votada. Por supuesto que las cuestiones programáticas son irrenunciables, pero la dignidad y la calidad humana deben estar siempre por encima de todo.

De cumplir con la palabra dada, el PSOE tendrá también que explicar a los sanluqueños por qué gobierna junto a una regidora que critica a las Carreras de Caballos como evento social -al que solo acude para salir en la tele local-; que llamó “hipócritas” a los rocieros, oponiéndose a la instalación de “un mamotreto” en Bajo de Guía; que apodó “mujeres florero” a las damas de honor del carnaval, o a la que nunca vimos participando en los actos de la patrona. No se puede ser alcaldesa renegando de la identidad de un pueblo y de sus raíces, aunque viendo el reparto de áreas y dedicaciones exclusivas podremos llegar a entender que estas intenciones se las lleve el viento.

La legislatura comenzó el pasado sábado con un espectáculo tan lamentable como ejemplificador de lo que veremos en los próximos años (o meses). Un auditorio totalmente entregado a la causa, y bajo la impasible actitud de la flamante nueva alcaldesa, abucheaba a la ganadora de las elecciones municipales nada más comenzar su intervención. Es evidente que en la Cuesta de Belén ya se ha instalado la bronca, y que las reuniones del equipo de gobierno a partir de ahora se harán con megáfonos y panderetas. Por supuesto será obligatorio mirar antes en la silla, no vaya a ser que te hayan puesto una chincheta. La ambición y la soberbia nunca fueron buenos compañeros de viaje.

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