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En política, todo es soplo o viento

Pienso en quienes abandonan sus cargos, eventuales y electos, y quienes ensoberbecidos asumen el poder y me gustaría decirles que todo, bueno o malo, pasa

Publicado: 18/06/2023 ·
19:11
· Actualizado: 18/06/2023 · 19:11
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  • Kichi, con el bastón de mando en 2015. -

Vivo sin vivir en mí porque me cuesta horrores sentarme a leer no ya plácidamente, solo un poquito. Mientras escribo este artículo, miro hacia la esquina de la mesa, con remordimientos de quien ha cometido una infidelidad, donde reposa desde hace días una novela ajada, de mercadillo de segunda mano, editada en los años setenta, con sus más de cuatrocientas páginas amarilleadas, y un marcador de papel y cinta adhesiva que me hizo una tarde en la que no podía prestarle atención Claudia, mi hija, que precisamente ahora aprende a leer con desenvoltura.

Miro al libro y me deprimo porque cuando ponga el punto final a esto, aún tendré que escribir más. Y luego, fregar los platos del almuerzo, y programar una lavadora, recoger, doblar y guardar la ropa limpia. Preparar algún bocado para la cena. Otra ducha.

Qué triste, pienso, no poder viajar o salir a comer a un restaurante molón, tomarse unas cervezas con unos amigos, disfrutar del parque con tus churumbeles. Pero que jodidamente lamentable es no poder disponer, por tiempo, por fatiga mental, de un rato para disfrutar de una buena historia. Cosas.

Pero cada vez que me enfrento, tanto en lo profesional como en lo personal, a situaciones extremas, como las que hemos vivido estos días en las redacciones a cuenta de las elecciones municipales, los pactos postelectorales y los plenos de investidura, acudo a los libros que ya leí, de los que apenas recuerdo las tramas en líneas generales, algún personaje especialmente interesante, una cita grabada a fuego en la memoria, para digerir todo lo sucedido.

El vuelco político que se ha registrado en España, en Andalucía, en la provincia, a nivel local, y el que parece que estar por venir tras los comicios del 23 de julio, conlleva la salida de las instituciones de compañeros de profesión, otros cargos eventuales y cargos electos.

En muchos casos, continuarán con el desempeño que tuvieran antes de la incursión en la denostada e ingrata política. En otros tantos, acabarán engrosando las listas del paro. A la pérdida de influencia, se suma, además, la incertidumbre laboral. El paso por la política marca. Habrá quien señale las puertas giratorias, que las ha habido, las hay, las habrá, pero son casos contados, a otros niveles.

Luego están los que ensoberbecidos asumen el poder. Sin reparar en que hoy y los cuatro años que están por venir solo es un suspiro, que siguen siendo mortales, y que más que el estatus, deberían preocuparse por el rol que toman, por ellos y por nosotros.

A todos, los vencidos que sienten sabor a ceniza en sus bocas y a los que, vencedores, se muestran en la intimidad altaneros y frotan las patitas, habría que sugerirles que roben, como hago en algunas noches desesperadas, un poco de tiempo al sueño y busquen en sus bibliotecas o en la web alguna lectura reparadora.

Pienso este domingo en el Eclesiastés, libro del Antiguo Testamento de la Biblia, de una calidad literaria y filosófica inigualable. Y, de entre todas sus enseñanzas, una para tener presente: “todo es soplo o viento, vacío o nada, vaciedad o irrealidad, fatuidad, un puro fantasma”.

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