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La movilización social tumbó un parque eólico marino en Chipiona hace 12 años: “Se puede”

Rafael Ruiz, presidente del Grupo Ecologista CANS, rememora cómo los vecinos impidieron el desarrollo de un proyecto similar al impulsado en la Bahía de Cádiz

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Movilización de la plataforma Por un Horizonte sin Molinos, en Cádiz.

Por un Horizonte sin Molinos recogió 12.000 firmas contra el parque eólico marino proyectado por Magtel.

Una de las manifestaciones multitudinarias organizadas Por un Horizonte sin Molinos en Chipiona.

Fotomontaje con los aerogeneradores en frente a las playas de Chipiona.

Bahía de Plata Real State 2017, S. L, es la tercera empresa que impulsa la instalación de un parque eólico marino faraónico frente al litoral gaditano en los últimos 17 años. Entre 2004 y 2006, Acciona presentó un proyecto para Trafalgar que finalmente se frustró por voluntad política. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero denegó la autorización, pese a que, según la firma, cumplía escrupulosamente con las normativas legales y los requisitos medioambientales.

Solo tres años después, lo intentó Magtel. La iniciativa tampoco fructificó, pese a contar con la implicación del Ayuntamiento de Chipiona, que constituyó una sociedad, Las Cruces del Mar, para gestionar la planta de producción energética. Pero la presión social lo hizo inviable y sentó un precedente que cuestiona el futuro del plan de la firma cordobesa para colocar 18 aerogeneradores entre Rota y la playa de La Caleta, en Cádiz.

“Es posible frenar un megaproyecto millonario”, apunta Rafael Ruiz, presidente del Grupo Ecologista CANS, un Goliat capaz de tumbar a David con 12.000 firmas y una movilización inédita en Chipiona con la plataforma Por un Horizonte sin Molinos.

Ruiz, veterano activista, aconseja “que los pueblos se unan” porque la batalla no es fácil. “A estas empresas les dan igual los gaditanos, el paisaje, la fauna, el turismo”, advierte porque, detrás de todo esto, “hay muchísimo dinero y subvenciones”.

Adelanta que, una vez conocidos los detalles de la iniciativa, los impulsores “se disfrazarán de salvadores del mundo”. Recuerda que Mario López, máximo responsable de Magtel, fue capaz de seducir al entonces primer edil chipionero, el socialista Manuel García, y a Diego Sales, a la sazón, rector de la Universidad de Cádiz (UCA), quienes posaron a las cámaras de los medios gráficos con una amplia sonrisa y las manos unidas en un solo puño para sellar su alianza para impulsar la construcción, que estaría a más de ocho kilómetros de la costa, sin que afectara a las playas ni a la actividad pesquera, según sostenían, con el objetivo generar 1.000 MW, tras una inversión de 2.500 millones de euros.

“Montaron un foro con el juez (Baltasar) Garzón” para vender las bondades del proyecto y publicaron un informe, “hecho en tres días”, rubricado por Xavier Pastor, ex integrante de Greenpeace, y al frente de la organización Oceana.

Pero Álvarez y sus compañeros alzaron la voz. Ni los cantos de sirena ni las amenazas que recibieron ni “la compra de voluntades” les amilanaron. Empapelaron Chipiona con hojas informativas en las que transmitían los datos que recopilaban en un trabajo meticuloso de documentación y consulta con afectados por parques eólicos marinos en otras partes del mundo. Durante semanas, ocuparon calles con mesas informativas y mantuvieron reuniones con colectivos y vecinos a los que explicaban que Magtel perjudicaría a la pesca, al turismo, al paisaje, a las migraciones de aves y cetáceos, pero también provocaría problemas con la navegación, fugas de energía en el cableado subacuático, convirtiendo a la localidad “en la Cenicienta de Cádiz”.

Álvarez desmontó igualmente la mentira de los puestos de trabajo. “De 3.000 pasaron a 300”, pero lo verdaderamente importante era que la instalación “destruiría cientos de empleos” de las actividades tradicionales.

Con 12.000 firmas en contra y dos manifestaciones multitudinarias, la Diputación Provicial de Cádiz, gobernada por Francisco González Cabaña, abandonó la tibieza inicial y también rechazó el proyecto. En agosto de 2010, Magtel y el Ayuntamiento de Chipiona disolvieron la sociedad Las Cruces del Mar y, paulatinamente, se disolvió el plan del grupo presidido por Mario López.

La empresa de éste ha estado en el disparadero por presuntos delitos de delitos de prevaricación, tráfico de influencias, fraude y malversación por el concurso de la mina de Aznalcóllar, entre otros escándalos. Manuel García dimitió como concejal en septiembre de 2011, después de perder las elecciones porque su posición a favor del parque eólico marino le pasó factura, asegura, sin atisbo de duda, el portavoz de los ecologistas chipioneros, quien saluda el paso dado adelante por el alcalde de Rota, Javier Ruiz Arana, para frenar las intenciones de Bahía de Plata Real State 2017, S. L, pero insiste en que la movilización es clave y anima a los vecinos a no bajar la guardia. 

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